La gran islamofobia.
El último informe del Consejo Musulmán de Gran Bretaña es un intento escalofriante de reprimir las críticas públicas al Islam.
Brendan O'Neill | 3 December 2021
https://www.spiked-online.com/2021/12/03/the-great-islamophobia-con/
The great Islamophobia. The Muslim Council of Britain’s latest report is a chilling attempt to crush public criticism of Islam.
“La gran islamofobia.”
El último informe del Consejo Musulmán de Gran Bretaña es un intento escalofriante de reprimir las críticas públicas al Islam.
¿Entonces ahora es racista criticar a ISIS? En su último informe sobre la cobertura del islam y los musulmanes en los medios británicos, el Consejo Musulmán de Gran Bretaña me tacha de “islamófobo”. Conque ahora soy racista. ¿Qué delito de expresión racista perpetré respecto a estos autoelegidos voceros de la comunidad musulmana del Reino Unido? Una vez pregunté bien alto, ni más ni menos que en televisión, por qué nos apresuramos a describir a los terroristas nacionalistas blancos como neofascistas — con bastante tino — pero no nos lanzamos a la hora de usar esa palabra con “f” en relación con ISIS. “Es poco frecuente”, dije en Sky News, “que se oiga la palabra fascismo en relación a los extremistas islamistas”. Esto me extrañó, dado que los extremistas islamistas son hiperviolentos y de manera alarmante reaccionarios, y hoy son “una amenaza mayor para nuestra sociedad” que los majaretas nacionalistas blancos.
Por eso, por formular una fuerte crítica a los discípulos de ISIS que han asesinado a miles de personas, el MCB me ha difamado como causante de ideas marginales islamófobas. El MCB dice que el hecho de que se me permitiera reflexionar públicamente acerca de la posibilidad de que ISIS sea un pelín fascista acentúa los “riesgos inherentes” de consentir que voces como la mía aparezcan en los grandes medios. Tomemos un momento para pensar en lo absurda y abiertamente inmoral que es esta alusión de racismo. Hice estos comentarios con posterioridad a la masacre de cristianos cometida por ISIS en Sri Lanka en marzo de 2019. Tres iglesias y tres hoteles fueron el blanco de kamikazes. Más de 250 personas perdieron la vida. Congregaciones enteras fueron barridas del mapa mientras celebraban el día más importante del calendario cristiano. Uno de los terroristas se inmoló ahí donde los críos asistían a la escuela dominical. Catorce chiquillos fueron asesinados. Un chaval de 12 años tuvo que ser identificado por sus dientes. Él, junto con sus compañeritos, fue, ad litteram, reducido a cenizas por el delito de ser cristiano. ¿Y el Consejo Musulmán de Gran Bretaña cree que soy racista por preguntar si los monstruos responsables de esta fechoría son, a pie enjuto, neofascistas?
Esto no solo es falsario — es depravado. Uno se ve obligado a preguntarse cómo una organización que puede tomar tal posición moralmente invertida, que puede denunciar en público a un periodista por criticar con vehemencia a algunos de los terroristas más degenerados de la era moderna, puede ser tratada con seriedad por los medios de comunicación y sectores de la clase política. Imagínate si, tras el suceso racista de crueldad ejecutado por Brenton Tarrant en dos mezquitas de Christchurch, Nueva Zelanda, en marzo de 2019, una organización política de aquí en el Reino Unido tildara a los periodistas de “antiblancos” o “blancofóbicos” por referirse a Tarrant como un fascista. Imagínate si hubieran dicho: “Creo que vais a descubrir que ‘fascismo’ no es la palabra correcta para esto. Dejad de ser tan prejuiciosos contra los blancos”. Imagínate el escándalo. Sin embargo, el MCB básicamente está haciendo esto conmigo y con mis comentarios sobre la carnicería de cristianos de Sri Lanka por parte del ISIS, y se espera que pensemos que esto es normal.
No es normal. Nada en este último informe del Centro de seguimiento de los medios del MCB es normal. El reporte se denomina: Cobertura de los musulmanes y el islam por parte de los medios británicos (2018-2020). El MCB lo presenta como un estudio muy interesante y analítico de los reportajes y comentarios por lo visto prejuiciosos de los medios británicos sobre la comunidad musulmana. Pero en verdad es un documento inquisitorial, que avergüenza a los medios de comunicación si es que un día no proyectan al islam con buenos ojos y exige una revisión total de cómo la prensa libre habla acerca de las cuestiones que se refieren a la comunidad musulmana. Utiliza el viejo y noble lenguaje del antirracismo, pero eso es en sumo grado falaz. Este informe es un intento capcioso y sátrapa de controlar lo que la gente pueda decir sobre una religión universal, no una declaración de principios contra los prejuicios reales.
Si solo leyeras el resumen de la nota de prensa del informe del MCB, no hay duda que estarías en shock. Pensarías que los medios británicos están corrompidos hasta la médula por la “islamofobia” y la intolerancia antimusulmana. El MCB hace gala de haber examinado a conciencia 48.000 artículos online y 5.500 clips de transmisión de los años 2018 y 2019 y haber descubierto que casi el 60% de los artículos y el 47% de los clips “asociaban a los musulmanes y/o al islam con aspectos o conductas negativas”. La “tremenda dimensión” de los comentarios antimusulmanes es estremecedora, declara la nota de prensa del MCB. No obstante, cualquiera que indague más a fondo en el informe encontrará una historia bastante diferente. En lugar de ser la historia de unos medios de comunicación llenos de odio hacia los musulmanes, es la de un grupo identitario —el MCB— que parece que para nada quiere tolerar las críticas al islam.
Sin duda, es una entrega sobre los verdaderos motivos de un informe como este que lo que planteo de por qué no nos referíamos a los terroristas que quemaron vivos a las niños cristianas como “fascistas” se cite como un ejemplo de “islamofobia”. El informe está salpicado de afirmaciones tan peregrinas sobre prejuicios, que incluso comentarios al dedillo legítimos están falsamente etiquetados de “fóbicos”. Se acusa a la BBC de "iletrado religioso" por publicar un artículo que describía a ISIS como promotor de una “versión estrecha y del medievo del islam”. En serio. Esto es “incorrecto”, dice el informe, porque la mayoría de los eruditos islámicos consideran a ISIS un grupo herético. Tomen nota, muchachos — en la vida se refieran a ISIS como un grupo islámico del medievo o podrían terminar en un documento como este entre otros sórdidos racistas y fóbicos.
Va a peor. Los medios de comunicación son reprendidos por referirse al ISIS como un “secta islámica destructiva”. Esto es un uso indebido de la palabra “islámica”, o algo por el estilo. Con demasiada asiduidad en los medios británicos, “los hombres armados se convierten en 'hombres armados islámicos'”, dice el informe. ¡Sí, cuando son hombres armados islámicos! ¿De verdad espera el MCB que los medios digan “hombres armados que dicen servir a la causa del islam, pero en realidad no lo hacen puesto que los especialistas islámicos no creen que ISIS sea genuinamente islámico”? Pongámonos serios. Una de las declaraciones más desconcertantes del informe se refiere al Daily Mail. Se le reprocha a este periódico por un informe sobre los crímenes de ISIS que incluía de forma destacada la siguiente línea: “Lo llamaban ley islámica. Violaron a mujeres, incluso a niñas”. Dicho comentario presenta el riesgo de “perpetuar mentiras sobre el islam”, señala el informe. Pero el tema es: esas palabras las pronunció una mujer yazidí que fue esclavizada y violada por miembros de ISIS en Irak.
“Lo llamaban ley islámica” — dijo Layla Taloo, una mujer yazidí que fue secuestrada y vendida como esclava por $6.000. Mantenida en cautiverio durante dos años y medio. La violaron, quedó embarazada y la obligaron a abortar. Cuando reunió el coraje para hablar de su inhumana experiencia, dijo: “Lo llamaban ley islámica. Violaron a mujeres, incluso a niñas”. El Mail recogió con exactitud esas palabras y las utilizó como una cita principal. Y ahora el MCB da a entender públicamente que tales comentarios, del modo en el que se han reportado, alimentan el prejuicio contra el islam. Reprende a un medio de comunicación por dar protagonismo a los comentarios de una mujer esclavizada y tratada inhumanamente cuyo pueblo sufrió una barbaridad bajo el ISIS. Esto es fuera de lo común. No se me ocurre otra situación en la que se consideraría aceptable citar la relevancia concedida a los recuerdos desesperados y trágicos de una exesclava como ejemplo de prejuicio y odio mediático. Quién sabe, ¿las mujeres yazidíes deberían cerrar el pico y dejar de deshonrar al Islam?
Y suma y sigue. El Canal 5 es regañado por decir que los asesinos de Lee Rigby, los dos hombres que intentaron decapitar a Rigby a plena luz del día, se habían radicalizado según “los principios de la yihad o guerra santa”. Al parecer, no es correcto usar la palabra yihad para este acto terrorista. El informe desaprueba que en 204 ocasiones los medios de comunicación se refirieran a Mohamed Morsi, presidente de Egipto de 2012 a 2013, como “islamista”. Pero era un islamista. Estuvo relacionado con los Hermanos Musulmanes. El mismo se consideraba islamista. “Espero que la gente me elija a mí, un candidato islamista en el Partido Libertad y Justicia & la Hermandad Musulmana”, dijo en la antesala de las elecciones presidenciales de 2012. ¿A lo mejor Morsi también era islamófobo? De la misma forma, el informe lamenta las 182 veces en que los medios de comunicación se refirieron a Hamás como “islamista” o “militantes islamistas”.
Pero, una vez más, esto es correcto. Hamás es islamista. ¿Qué está pasando aquí?
El informe afirma que el uso del término “islamista”, “fuertemente politizado”, es “problemático”. Parece que se utiliza a menudo para deslegitimar las acciones o afirmaciones “antagonistas en el artículo”. La indirecta del MCB de que describir incluso a Morsi y Hamás como “islamistas” es de alguna manera problemático es surrealista, por no decir siniestra. Parece como una invitación a negar la realidad, incluso a evitar describir a los islamistas como islamistas, no vaya a ser que alguien, más o menos, piense que este término es ofensivo. Es más, el MCB tiene cuatro recomendaciones en relación con el uso de la palabra “islamista” por parte de los medios, incluyendo estas dos:
“Extremar la precaución con la terminología utilizada, sobre todo al usar el término ‘islamismo’, para evitar liar a los lectores” y “La terminología religiosa debe verificarse con auténticas fuentes musulmanas e islámicas para el uso exacto”. Esto es espeluznante. El MCB exige en el fondo, en resumidas cuentas, que los medios se adhieran a sus términos preferentes e interpretaciones religiosas. Este es un intento de una organización religiosa de presionar a la prensa libre a doblegarse ante la forma “correcta” de pensar sobre el islam. Es una operación de retroceso por la obediencia religiosa solapada como argumento en contra del “racismo”.
Al leer el informe, da la impresión que el MCB no quiere ver ni oír ninguna crítica al islam ni a sus fieles. Esto conduce a una situación en la que el MCB expresa su nerviosismo sobre la información de los datos reales. Así pues, se reprende al Spectator por mostrar un “sesgo antagónico” al decir que “bandas musulmanas abusaban sexualmente de niñas de clase obrera”. “Musulmán” es irrelevante aquí, por lo visto. Pero es cierto que en varias ciudades de Inglaterra bandas de hombres mayoritariamente musulmanes surasiáticos abusaron de niñas y adolescentes”. Borrar la palabra musulmán sería negar un hecho importante, un tema de gran interés público.
The Sun es reprendido por un titular acerca del horrible doble asesinato llevado a cabo por Janbaz Tarin en Solihull en 2018. Tarin mató a su expareja y a la madre de ésta. The Sun se refirió a su expareja como su “esposa según la ley sharia” y el MCB se quejó. Tal frase, en un titular de periódico, corre el riesgo de desencadenar una visión distorsionada de la sharia, según parece. Pero ella era su esposa según la ley sharia. Como informó la BBC, “se casaron en una ceremonia islámica en 2016, pero su matrimonio no fue reconocido por la ley del Reino Unido”. Al diablo con los hechos si describen una práctica islámica —la sharia— en algo menos que una resplandeciente luz.
Lo más escalofriante de todo es que el MCB se quejó cuando la BBC publicó el siguiente titular sobre la investigación del atentado del Manchester Arena de 2017: “El atacante del estadio fue visto rezando una hora antes de la detonación”. Miqdaad Versi, del MCB, indicó que este dato sobre la oración “no había sido verificado, era falaz y, con toda franqueza, irrelevante”. ¿Irrelevante? ¿Qué un extremista islamista se haya visto rezando antes de inmolarse y reducir a la nada a 22 personas en un concierto de pop? Es de total interés público que un trabajador del Manchester Arena crea haber visto a Salman Abedi actuando de forma sospechosa y rezando antes de detonar su bomba. Es intolerable en una sociedad libre que una organización religiosa pueda asumir la autoridad para imponer obligaciones sobre cómo los medios deben cubrir ciertos asuntos e incluso cómo deben informar sobre las observaciones sinceras de ciudadanos que se vieron envueltos en una de las peores atrocidades de los últimos tiempos. Una atrocidad Islamista. Ahora decir eso muestra prejuicios. Es lo que hay.
Este informe, más que cualquier otra cosa que haya leído, ilustra, sin proponérselo, cómo no, lo peligrosa que es la idea de la “islamofobia”. No cabe ninguna duda de que esas acusaciones de islamofobia se empuñan con el fin de proteger al islam, e incluso al Islamismo, del debate público, la crítica y el ridículo. La industria de la islamofobia se centra menos en denunciar la intolerancia antimusulmana —que claro que existe— que en la institucionalización de una ley de blasfemia oficiosa y tácita que pretende la salvaguardia al islam del tipo de comentarios y críticas a las que, como corresponde, se somete al resto de religiones e ideologías. Cuando hasta señalar que Hamás es una organización islamista, que ISIS es una secta islámica destructiva y que los agresores de ciertos delitos son de origen musulmán se considera “problemático”, e incluso prejuicioso, sabes que se trata de controlar el debate político y social, no de combatir el racismo.
Es muy raro, y perturbador, que ampliamente se considere aceptable que una organización islámica condene a la prensa libre por cómo cubre el Islam. La izquierda, en particular, celebra con frecuencia el seguimiento de corto alcance del MCB sobre los medios, pasando por alto que el MCB está visiblemente impulsado por una agenda reaccionaria y censuradora. ¿Cómo es posible? Es a causa de que el MCB ha revestido con éxito su programa sectario con el lenguaje del antirracismo. Esta posiblemente sea la táctica más vergonzosa del grupo – toma la gran causa histórica del antirracismo y la emplea para blindar a una religión de preguntas y comentarios perfectamente legítimos. Esto degrada el antirracismo, ahoga el debate público sobre el islam y el islamismo, y ata a los medios a un pequeño grupo de interés religioso. Esta identitaria inquisición tiene que acabarse. (Ah, y mi apellido se escribe con la elle o doble ele, MCB. Sé que es uno de esos nombres foráneos chistosos, pero haz un esfuerzo).