El pederasta que se escondía detrás del Orgullo.
Las alarmas sobre la garantía del activista LGBT Stephen Ireland fueron rechazadas repetidas veces como discriminatorias.
By Jo Bartosch | 2 July 2025
“El pederasta que se escondía detrás del Orgullo.”
Las alarmas sobre la garantía del activista LGBT Stephen Ireland fueron rechazadas repetidas veces como discriminatorias.
A Stephen Ireland le apasionaba trabajar con críos. El cofundador de Pride in Surrey (Orgullo en Surrey) fue voluntario en una emisora comunitaria escolar, promovió la educación inclusiva en los colegios y fundó una línea telefónica de ayuda por mensajes de texto para adolescentes que bregaban con su sexualidad. Cuando fue arrestado el año pasado, escribía libros infantiles — entre ellos “La Aventura Trans de los Inclusaurios” y “¡Los Monstruos en Mí!”.
El lunes, fue condenado a 24 años de cárcel por la violación de un niño de 12 años. La jueza Patricia Lees, al dictar sentencia en el Tribunal de Guildford, describió a Ireland como “tremendamente consciente de las vulnerabilidades de los jóvenes vinculados a la organización Orgullo en Surrey, de la que él era imprescindible en ese momento”.
El Tribunal de Guildford se enteró de que Ireland conoció al crío en la aplicación de citas Grindr. Lo invitó a su piso en Addlestone, le dio crystal (metanfetamina), le mostró pornografía y lo violó. Ireland sabía que era un niño. Después, en un chat de Telegram con el menor, lo describió como “picarón y viciosillo” y le dijo que “lo mantuviera en secreto”. Le propuso un trío, enviándole fotos suyas con su entonces pareja, David Sutton.
Sutton — otro voluntario de Orgullo en Surrey — también fue condenado. Sus delitos incluían posesión y distribución de imágenes indecentes de menores, voyerismo y obstrucción de la justicia. En una ocasión, mantuvo relaciones sexuales con un adolescente de 16 años mientras Ireland observaba por webcam y le enviaba instrucciones. El chaval no tenía ni idea de que la estaban grabando. Sutton fue condenado a cuatro años y medio de cárcel.
La perversión no acabó ahí. En el tribunal, la fiscalía reveló que Ireland y Sutton discutieron la búsqueda de otro chiquillo de 13 años para el cumpleaños de Sutton. “Con toda seguridad se apoyaron el uno al otro en sus perversiones”, dijo el juez. “Se retroalimentaron”.
Estos hombres no eran depredadores puntuales ocultos entre las sombras. Sutton era mecenas de la ahora extinta organización benéfica Educar y Celebrar, una organización que facilitaba formación sobre inclusión trans a guarderías y colegios. Ireland era una visible y famosa figura en la comunidad y trabajó en estrecha colaboración con la policía y los ayuntamientos. Apareció numerosas veces en BBC Radio Surrey, incluso como presentador. Acompañó a la policía en sus recorridos en un coche de policía con temática del Orgullo engalanado con arcoíris.
Charlie Watts, quien en su día formó parte de la llamada polycule (“polícula” es una red flexible, sus miembros están íntimamente conectados mediante citas) de Ireland y Sutton, hoy en día dirige Orgullo en Surrey. Mientras tanto, otro exsocio de Ireland, Sam Powell, es el responsable principal de protección de la organización. Parece que todo sigue igual en Orgullo en Surrey, con una marcha todavía prevista para finales de este año.
Las alertas sobre Ireland fueron fuertes y claras — pero hicieron oídos sordos. Como escribe Jill Foster en el Telegraph, se presentaron múltiples denuncias de garantía al Ayuntamiento del Condado de Surrey, pero no se tomaron en cuenta. Cuando los voluntarios de Orgullo en Surrey trataron de quejarse a los altos mandos de la organización, les dijeron que su mieditis era “improcedente”. A una denunciante se le se le impidió participar en el desfile del Orgullo y se envió una orden de cese, ordenándole no comentar referente a Orgullo en Surrey en sus redes sociales.
Sus dudas eran del todo razonables. Una mujer recordó un impactante post del Orgullo en Surrey de 2021, celebrando el Día Internacional del Fetichismo, en la que se veía a Ireland sujetando con una correa atada a alguien en una careta de perro (un denunciante que habló con el Telegraph afirma que se trataba de una chiquilla de 17 años). Otra mujer planteó sus inquietudes al ayuntamiento después de que unos críos estuvieran expuestos a “cachorros humanos” en un desfile de Orgullo en Surrey. Si bien le dijeron que llevara el asunto a la policía, sospechó que no llegaría a nada, sabiendo que la policía trabajaba codo a codo con Ireland.
A pesar de estas banderas rojas, el dinero público seguía fluyendo. Desde 2020, Orgullo en Surrey ha recibido más de £140,000 del Ayuntamiento del Condado de Surrey — incluyendo £24,275 para el año fiscal en curso.
Esto no va solo de los siniestros delitos de dos hombres. Va también del fracaso de las instituciones que prefirieron la apariencia de virtud en vez de la vigilancia. Ireland fue protegido por su cercanía a causas progresistas y por el prejuicio institucional a parecer prejuicioso.
La responsabilidad de los abominables actos cometidos contra los menores corresponde sólo a Ireland y Sutton. Pero la ceguera de los funcionarios y de los trabajadores de las fundaciones ante tantas quejas y banderas rojas merece una urgente investigación.
Cuando las legítimas preocupaciones de protección se desestiman como intolerancia, no son sólo los propios depredadores los que deberían avergonzarse.